
Ni Eva María se fue buscando el sol en la playa ni quince años tiene mi amor. Los muchachos de la movida madrileña aspiraban a ser un «bote de Colón, para salir anunciado en la televisión», como cantaban Alaska y los Pegamoides, o caían «enamorados de la moda juvenil, de los precios y rebajas que yo vi», según Radio Futura. De la noñería del desarrollismo tardofranquista se había pasado a la frivolidad y al desparpajo que se colaban en la Transición.
Se cumplen 25 años del nacimiento de la ‘movida’ que cambió el país, como lo reflejaron los grupos en las letras de sus canciones
Hace 25 años que se celebró un concierto de homenaje a Canito, el batería de Tos, fallecido en un accidente de coche en la Nochevieja de 1979. Tuvo lugar en la Escuela de Caminos de la Universidad Complutense de Madrid y, a decir de uno de los componentes de aquella banda, Álvaro Urquijo, el acontecimiento no hubiera pasado de una reunión de amigos de no estar las cámaras de Popgrama, espacio musical que entonces se emitía en el UHF de Televisión Española.
Aunque el ajetreo de grupos venía de años atrás, la fecha se instauró para inaugurar la movida. En el concierto tocaron Nacha Pop, Alaska y los Pegamoides y Paraíso, además de Los Secretos, la continuación de Tos sin Canito. La película El calentito de Chus Gutiérrez, estrenada en 2004, y algunos discos recopilatorios han recordado aquella explosión de colores, sonidos y actitudes provocadoras. Pero la rebelión también llegó a las palabras, como muestra el joven historiador Carlos Ríos en Y yo caí enamorado de la moda juvenil. La movida en las letras de sus canciones.
El cuerpo, muy mal
Los jóvenes, además de ligar, querían sexo. Ya no bebían vino, sino cerveza. La ciudad de noche era el escenario de los placeres, mientras que por el día mostraba su peor cara: «Nueve de la mañana/ya suena la campana/¿acaso tenemos que entrar?», se preguntaba Ramoncín, líder de WC, en Rock’n roll duduá. «La juventud se divierte, se pone guapa, habla su propia jerga y disfruta», resume Ríos.
Las letras de las canciones también contaron con la participación de algunos escritores. Eduardo Haro Ibars, Luis Antonio Villena y Luis Alberto de Cuenca, con los años secretario de Cultura con el PP, pusieron sus palabras a los dos primeros discos de la Orquesta Mondragón, la formación de Javier Gurruchaga. «Para ser justos, yo creo que el mejor fue Eduardo Haro, o el que mejor entendió lo que significaba escribir para un grupo de rock. Suyas son las letras de Ponte peluca y El hotel azul, por ejemplo», recuerda Villena.
El poeta madrileño cree que el letrista más solvente de la movida fue Carlos Berlanga, y para probarlo tararea por el teléfono: «Tengo el cuerpo muy mal/pero una gran vida social», de la canción Bailando, incluida en el disco de Alaska y los Pegamoides. A Villena también le gustaba Bernardo Bonezzi, compositor de Los Zombies y de su canción Groenlandia: ‘«Y yo te buscaré en Groenlandia, en Perú, en Tíbet/en Japón, en la isla de Pascua».
Hombres en las tiendas
Además de su componente sociológico, la movida tuvo mucho de imaginativo y literario. Como recuerda Moncho Alpuente, Alaska presumía de leer a Baudelaire, y Santiago Auserón se había licenciado en Filosofía en la Sorbona de París. Suyas son algunas de las letras más poéticas de todo el pop español, entre ellas La estatua del Jardín Botánico: «Con mi pensamiento sigo el movimiento/de los peces bajo el agua». Todo esto, para reflejar el tremendo colocón del protagonista de este tema.
Según Moncho Alpuente, la movida tuvo su parte de realismo social, con grupos como Leño –«es una mierda este Madrid que ni las ratas pueden vivir»– o Cucharada, en el que militaba Manolo Tena, y que cantaba contra la Ley de Peligrosidad Social. En ella también se acomodó el malditismo gótico de grupos como Parálisis Permanente y el famoso desencanto final, «fruto del caballo y del sida».
«De todas formas, la juventud quería divertirse. Por primera vez, el sexo masculino entraba a las tiendas a comprarse ropa. También se puso de moda aquello de ser famoso como sea, y así nos ha ido», recalca Alpuente, ex director de Madriz me mata.
«Los jóvenes pensaban que el país se había normalizado. Incluso había un Gobierno socialista. Ahí se equivocaron. Quedaba mucho por hacer», concluye Villena. Como cantaban Los Secretos en 1983, en Niño mimado: «Aunque tú no te des cuenta/ te has acostumbrado a vivir y disfrutar como un niño mimado./El dinero ni importaba/pues tu mami te lo daba».